jueves, abril 17, 2008

Naciones e Imperios a finales del siglo XIX

Las grandes naciones consolidadas

Gran Bretaña

Victoria I reinó casi durante la totalidad del siglo XIX en Gran Bretaña. Conocidos estos años como era Victoriana, coinciden con la época de mayor esplendor del Imperio Británico. Se convertían así en la primera potencia mundial.
Gobernados por una monarquía parlamentaria, que más tarde pasaría a una democracia con sufragio universal. En Gran Bretaña no hubo revoluciones sino, reformas electorales. Los partidos políticos se dividieron en dos: los tories, y los whigs que se alternaron en el poder de manera pacífica.


Francia


Francia pasó por varios gobiernos políticos: monarquía parlamentaria, república y, en 1852, de nuevo un Imperio. Luis Napoleón Bonaparte proclamó el segundo Imperio 1852, y gobernó con el nombre de Napoleón III hasta 1870. Napoleón III trató de convertir a Francia en una gran potencia imperial, por lo que compitió con Gran Bretaña para conquistar colonias.
Su política imperial, intervenir en cada conflicto y guerra europeos del momento. Su afán de protagonismo llevó a Francia al desastre en 1870. El segundo imperio cayó introduciéndose una Tercera República con la que se adquiriría el sufragio universal.


Estados Unidos


Tras superar la Guerra de Secesión 1861-1865, Estados Unidos se consolidó como nación y completó su conquista del oeste. Desde 1830 fue una democracia con sufragio universal.


El nacionalismo disgregador
El Imperio austriaco, un imperio plurinacional


Dentro del Imperio austriaco estaban englobados numerosos pueblos con culturas muy diferentes. Estos pueblos fueron desarrollando sentimientos nacionalistas. Los alemanes en Viena dominaban a los demás. El segundo pueblo, los húngaros, que consiguieron la autonomía en 1867. Desde esa fecha al Imperio austriaco se le conoce con el nombre de Imperio dual o Imperio austro-húngaro.


El Imperio Turco, un imperio en desintegración.


El Imperio turco u Otomano hacía tiempo que estaba en decadencia. Se extendía por la región de los Balcanes, y estaba gobernado por un sultán. En la región de los Balcanes vivían multitud de pueblos de religión cristiana y culturas diferentes a la turca. Esos pueblos luchaban por su independencia y contaban con la ayuda de los imperios vecinos, el ruso y austro-húngaro.
Gran Bretaña protegía a Grecia, el objetivo principal de Gran Bretaña era impedir la salida al Imperio ruso al mar Mediterráneo. La región de los Balcanes se estaba convirtiendo en un verdadero polvorín.

El nacionalismo unificador: Italia y Alemania.

Las fronteras y los estados europeos establecidos en el Congreso de Viena (1815) fueron trazados sin tener en cuenta las opiniones nacionalistas de otros pueblos:

-El pueblo alemán deseaba vivir unido a un solo estado, pero quedó dividido en 39 pequeños estados.

-Los italianos se dividieron en ocho estados.

En las revoluciones de 1820, 1830 y 1848 los nacionalistas intentaron cambiar la situación. Solo los griegos y los belgas consiguieron independizarse del Imperio turco y de Holanda.

La unificación italiana (1859-1870)

En 1859 las esperanzas unificadoras del pueblo italiano se centraron en los planes de Víctor Manuel II, rey de Piamonte-Cerdeña, y de Camilo Cavour, su primer ministro. Cavour inició en 1859 un proceso de unificación, tras dos guerras con Austria, el pueblo italiano pudo decidir libremente su unidad bajo el estado de Piamonte.

En los estados se celebraron plebiscitos en los que el pueblo votó mayoritariamente a favor de formar el reino de Italia. El proceso terminó en 1870.

La unificación alemana (1864-1871)

En 1834 se puso en marcha el Zollverein, unión aduanera que suprimía las barreras arancelarias para que se pudiera comerciar libremente entre todos los estados alemanes. A partir de 1850, Prusia se convierte en una gran potencia industrial y su ejército en el más poderoso de Europa.

En 1862, el rey Guillermo I de Prusia nombró canciller a Otto von Bismarck, de talante autoritario, declaró: La unidad alemana no se hará con discursos o votaciones, sino a sangre y a hierro. Y así fue como las etapas de la unificación alemana coincidieron con las siguientes tres guerras.

-La guerra de los Ducados (1864)

Bismarck pidió ayuda a Austria innecesariamente para que los dos principales estados alemanes recuperaran dos territorios que desde el Congreso de Viena estaban bajo administración de Dinamarca.

Una fulminante campaña militar conjunta arrebató los ducados a Dinamarca. Schleswig quedó para Prusia y Holstein para Austria. A este modo Bismarck adquirió el pretexto para guerrear con el Imperio austriaco.

-La guerra austro-prusiana (1866)

Prusia venció al Imperio austriaco en pocas semanas, los estados alemanes del norte pidieron unirse a Prusia. Bismarck necesitaba un país agresor y calculó que no sería difícil que el orgulloso Napoleón III interviniera si se encontraba el pretexto adecuado.

-La guerra franco-prusiana (1870)

Napoleón III cayó en la trampa y declaró la guerra a Prusia. En poco más de un mes Prusia derrotó a Francia en la batalla de Sedán, el segundo imperio francés se hundió y se proclamó la Tercera República. El 18 de enero de 1871, en el Palacio de Versalles, Francia se rindió y los gobernantes de los estados alemanes proclamaron Káiser de Alemania a Guillermo I de Prusia. Surgía el Segundo Reich alemán y la mayor potencia europea.

El respetado y temido canciller Bismarck se convirtió en el árbitro de la política europea.

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